Sujetrónika es un disco pensado para alegrarte la vida, chaval. Hacía falta que alguien diera el paso, que alguien dijera: “Ok, el mundo apesta, vamos a bailar”. Si bien ésta ha sido siempre la filosofía de Sujeto K, en este disco dan un paso más, quitándose complejos, prejuicios, arquetipos y etiquetas. Si lo que quieren es que bailes, ¿Por qué van a rechazar ciertos recursos que van a ayudarte a que te lances a ello sólo porque el corsé metálico acostumbre a denostarlos? Seguro que más de uno se llevará las manos a la cabeza al escuchar loops, sintes, bases electrónicas y teclados. Supongo igualmente que esgrimirán argumentos tan estólidos y manidos como que se han vendido o que han abandonado la estricta senda del Rock que los auténticos, los de verdad, los únicos, nunca osan dejar. Pero también supongo que eso, a Sujeto K les va a importar una mierda a estas alturas de la película, porque han hecho el disco que han querido hacer. Y hacer lo que a uno le da la gana es la base de esto que llamamos Rock, aunque a veces se nos olvide. Yo lo llamo Actitud, y no conozco nada más rock’n’roll que la actitud (bueno, sí, a Lemmy, claro).
Ante los tiempos que corren, tan necesitados de paréntesis y asumiendo el hecho de que en esta tierra llevaremos siempre el estigma del bakalao, Sujeto K han decidido que “si no puedes con el enemigo, haz que éste mole”. Cantan a la fiesta, a la noche, al sexo, a todo aquello que nadie puede robarte o recortarte, y todo ello sin dejar de lado, en algunos temas, su habitual crítica social. Un “que os jodan” en toda regla. Una manera de plantar cara al panorama tan poco alentador que nos ha tocado vivir con una de las armas más poderosas que tenemos: No dejar que la maldita crisis nos llegue al fondo, no permitir que seamos nosotros, como personas, los que estemos también en crisis. Somos las víctimas y estamos cabreados, sí, pero también es un acto de rebeldía el mostrarle una sonrisa y unos bailes a tanto hijo de puta. Hay que quejarse, hay que luchar, hay que plantar cara y hay que gritarle a quien proceda el insulto pertinente y necesario, pero también hay que reír, hay que follar y hay que vivir ésta, nuestra única vida, no vaya a ser que cometamos el error de pasárnosla deprimidos por culpa de los de arriba. Al fin y al cabo, supongo que es lo que quieren, convertirnos en tristes crónicos. Por eso me parece que la apuesta de Sujetrónika es tan arriesgada como apropiada. Combinar temas tan hirientes y afilados como “Estúpidos” (brutal versión de un tema de Art2, su productor) con otros tan pretendida y maravillosamente superficiales como “Píntxamelo” me parece una declaración de intenciones de lo más desafiante. Con dos cojones.
En cuanto a canciones, desde himnos como “Trance”, su primer single, “Píntxamelo” o “Dame más” (imposible quitártela de la cabeza) hasta sus habituales incursiones en otros terrenos como la reagge “Mane Chao” o la inclasificable “Droguemos al Señor”. En esta ocasión, además, nos ofrecen un tema en un registro nuevo para ellos: “Canción de cuna (Barlovento)”, un medio tiempo que ha entrado directamente a mi particular Top Ten de temazos en castellano. Una canción con uno de los mejores estribillos que he escuchado en muchos años. Y todos ellos con una producción que suena como un edificio cayéndote en la cara. Art2 es un gran productor y con este trabajo ha vuelto a dejarlo claro. En esta ocasión, además, Kapo García (batería) ha colaborado con él en las labores de producción.
Sin más, Let's Dance!
Monty Peiró